Si aspiras a un cargo de gerente es importante que te familiarices con los distintos estilos de liderazgo que existen. Estos definen las formas de relacionamiento de la organización. Influyen tanto en las comunicaciones internas (entre colegas o subordinados), como en las externas (clientes, proveedores, entorno y competencia). Cada tipo de liderazgo configura la forma como se asumen los retos, se afrontan las crisis o simplemente se cumple con los objetivos previstos.
Existe un consenso relativo en cuanto a las funciones de un líder. Se da por sentado que es responsable del logro de los objetivos, mediante la motivación y guía de su equipo de trabajo. Más difícil es encontrar una respuesta de única interpretación con respecto a la forma de cumplir esa misión. También hay discrepancias en torno a la formación de liderazgos. ¿Responden a cualidades innatas del individuo o son capacidades que pueden trabajarse?
Estilos de liderazgo en el mundo
Puedes encontrar diferentes clasificaciones de estilos de liderazgo, pero generalmente se definen en función de cuatro dimensiones de la persona. Dos de ellas se refieren al manejo de percepciones y actos propios: la autoconciencia y la autogestión. Las otras dos tienen que ver con el relacionamiento con terceros: la conciencia social y las habilidades sociales. Todos estos son componentes actitudinales y, como tales, son susceptibles a ser moldeados. El peso específico de los indicadores de cada componente y su interrelación da lugar a las distintas formas de liderazgo.
Los 10 estilos básicos de liderazgo
A continuación, encontrarás una breve descripción de cada uno de ellos. Así podrás desarrollar tu propio estilo, en función de tu experiencia, profesión y la cultura organizacional de tu empresa.
1. Autocrático
Tal como su nombre lo indica, el estilo autocrático o autoritario concentra toda la autoridad en el líder. En consecuencia, la toma de decisiones y la cadena de mando es netamente vertical. La estructura militar es representativa de este tipo de liderazgo.
Puede ser útil en determinadas situaciones o en organizaciones sujetas a una estricta regulación. Por ejemplo, es el modelo indicado para la gestión de crisis o cuando el equipo a cargo requiere mucha supervisión. Igualmente, podría ser útil para romper hábitos de trabajo negativos, pues fuerza a las personas a adoptar nuevos esquemas.
2. Laissez-faire o no intervención
El liderazgo de Laissez-faire o de no intervención es precisamente el opuesto al autocrático. Se le conoce también como liderazgo liberal, pues su fundamento básico es la absoluta libertad en la toma de decisiones. El líder solo se ocupa de comunicar los objetivos y facilitar los recursos y herramientas necesarios para alcanzarlos. Dado que delega a su equipo la mayor parte de las dinámicas de trabajo, el líder puede participar en múltiples proyectos. Esto le permite tener una visión panorámica del negocio y anticiparse a los cambios.
Un requisito indispensable para que este tipo de liderazgo sea eficaz es contar con colaboradores experimentados y bien capacitados. Además, es de suma importancia que los subordinados conozcan las expectativas que se tienen y los objetivos a cumplir.
La flexibilidad del horario que muchas empresas han adoptado es una forma de liderazgo no intervencionista. Se exige a los trabajadores el cumplimiento de unos indicadores en un tiempo preciso, pero se deja en sus manos la decisión de cómo se organizan para lograrlo.
3. Democrático
El liderazgo democrático es, en esencia, un modelo participativo. Antes de tomar una decisión, el líder consulta con su equipo y valora sus opiniones. Esto fomenta la participación y el compromiso de los trabajadores con la empresa.
Asimismo, favorecer la comunicación permite conocer las preocupaciones de los empleados y aplicar mecanismos para mantener el buen clima organizacional. También es efectivo para informar a los subalternos los retos que afronta la empresa. El liderazgo democrático es ideal para recabar ideas frescas, pues propicia la creatividad y la innovación. El líder asume el rol de moderador, valorando los aportes valiosos y descartando los datos inútiles o repetitivos.
4. Ejemplar
El liderazgo ejemplar se orienta a lograr los más altos estándares de rendimiento. Para ello, el líder personifica la eficiencia y reta a sus colaboradores a “seguirle el ritmo”. Es eficaz para conseguir resultados en poco tiempo, pero a veces lo hace a costa de los trabajadores. Si un miembro del equipo no puede responder con la misma calidad y rapidez es reemplazado.
Asimismo, en ocasiones el líder confía tanto en predicar con el ejemplo que omite instrucciones precisas. Esto puede dejar a muchos trabajadores en un limbo, sin un rumbo claro a seguir. Es el liderazgo adecuado cuando se trabaja con equipos de alto desempeño, que tienen un elevado nivel de autonomía.
5. Transaccional
Este liderazgo se centra también en el rendimiento, pero se diferencia del ejemplar en que pone el enfoque en un sistema de premio-castigo. El líder transaccional establece incentivos para el logro de objetivos y penaliza su incumplimiento. Se orienta a la ejecución de tareas en un plazo generalmente corto. Es poco frecuente su aplicación en entornos creativos o de innovación, pero es habitual en departamentos de ventas.
El líder transaccional además de otorgar recompensas (generalmente monetarias) e imponer sanciones disciplinarias también capacita a sus subordinados.
6. Burocrático
El enfoque de este tipo de liderazgo es el seguimiento riguroso de las normas y procedimientos. En este sentido, es un modelo de gestión rígido, jerárquico y poco participativo. Es el estilo indicado cuando se enfrentan riesgos en materia de seguridad o decisiones económicas. Por ello, es frecuente encontrarlo en organizaciones muy reguladas como las finanzas o el gobierno.
7. Afiliativo
El líder afiliativo da prioridad al bienestar de los miembros de su equipo. Aplica cualquier mecanismo que contribuya a que sus empleados logren la plenitud personal y profesional. Con ello logra crear lazos afectivos y un fuerte sentido de pertenencia a la empresa. Esto redunda en un mayor compromiso por parte de los trabajadores, que se traduce en un aumento de productividad.
Tiende a ser un estilo colaborativo, pues favorece la comunicación y la innovación. Se promueve la participación en la toma de decisiones y el trabajo en equipo. El rol del líder consiste en identificar las potencialidades y necesidades de los individuos, agruparlos funcionalmente e impulsar su crecimiento.
El liderazgo afiliativo es especialmente útil cuando se necesita elevar la moral o recuperar la confianza de los trabajadores. Generalmente se combina con otros tipos de liderazgo, como el orientativo, para lograr un óptimo rendimiento del equipo.
8. Visionario u orientativo
El líder visionario se adelanta al futuro, sin necesidad de ser un adivino. La fortaleza de este tipo de liderazgo se fundamenta en su capacidad para inspirar a los empleados e impulsar el cambio. Para lograrlo, enmarca las tareas individuales en una meta más amplia. Así, las personas logran percibir cómo su desempeño impacta en el de la organización. Esto conlleva a un mayor compromiso con los objetivos globales. Por ello es el tipo de liderazgo predominante en empresas en período de expansión o que experimentan una reestructuración.
La comunicación juega aquí un rol fundamental. Tanto los indicadores de éxito como las recompensas deben ser claras para todos. De esta manera se construye un fuerte vínculo organizacional y se fomenta la confianza.
9. Formativo
El mejor ejemplo de un líder formativo o formador lo encontramos en las disciplinas deportivas. Es una persona capaz de identificar los puntos fuertes y débiles de su equipo y utilizarlos para alcanzar el máximo rendimiento. También presta atención a las motivaciones, pues estas ayudan a determinar el tipo de retroalimentación más efectivo para cada individuo.
Estos líderes ayudan a sus subordinados a fijar sus propias metas a largo plazo y a diseñar un plan para alcanzarlas. Acompañan a sus subordinados durante todo el proceso y son flexibles. Entienden que hay curvas de aprendizaje y estas pueden requerir más horas de trabajo o, incluso, ser causa de fallas.
El liderazgo formativo tiene visión a futuro y generalmente implica un gran involucramiento e inversión de tiempo. Sin embargo, vale la pena ponerlo en práctica, dado su favorable impacto en el clima organizacional y en el desempeño. A fin de cuentas, el trabajador recibe un mensaje claro de apoyo, un voto de confianza que incrementa su compromiso.
10. Transformacional
El liderazgo transformacional apunta a la motivación de los empleados, fijando objetivos claros y específicos mediante una comunicación fluida. Tiene, por tanto, muchas similitudes con el formativo, pero en lugar de enfocarse en los individuos, se enfoca en los equipos y el logro de los objetivos de la organización. Hay quienes le consideran el liderazgo por antonomasia.
Este tipo de líderes tienen una visión panorámica de la empresa y pueden dirigir muchas tareas o áreas funcionales simultáneamente. Esto requiere canales de comunicación abiertos y constante actualización. Permite identificar tendencias y sacar provecho de las fortalezas de la organización.
A lo largo de tu trayectoria profesional probablemente te encuentres con más de un estilo de liderazgo. Conocerlos es importante, porque te permitirá tener una serie de posibilidades a la hora de afrontar una situación determinada. Simplemente son herramientas que te ayudarán a tener una gestión exitosa y superar cualquier reto que se presente.